Los prejuicios y la militancia
digital. Por Alicia Kirchner
Publicado
el domingo 7 de agosto de 2011 en Tiempo Argentino
Un
joven militante toma el tren en Moreno, municipio de Buenos Aires, para ir a
trabajar. Se sienta y manda un “sms” a
un compañero de la facultad con el que se irá a encontrar a la noche en la
cursada. Luego “cuelga” una imagen de “El Eternauta” en el muro de su “Facebook”. Establece un debate
por twitter desde su celular. Llega a la Estación de Once, toma el colectivo
para la oficina, cumple su tarea diaria, sale del trabajo y va a la Facultad.
Cursa una materia, termina la cursada y se encuentra con sus compañeros de la
agrupación política del centro de estudiantes. Allí discuten el documento que
se intercambiaron días previos por “email” con respecto a las medios
hegemónicos. Programan, por ejemplo, la red de defensa documental ante las
mentiras de los monopolios. “Viejas” y “nuevas” formas de accionar conviven.
Ninguna llegó para reemplazar a otra.
El
territorio geográfico y el territorio digital se complementan, lo que nos
muestra cómo las nuevas tecnologías llegaron para quedarse, a lo largo del
territorio, en los pueblos, parajes y ciudades con menor y mayor distribución
poblacional, donde también los partidos políticos se expresan. Por eso importa la construcción de la fuerza
política y cómo aprovechar la tecnología para mejorar la participación y la
democracia interna.
Se
dice que el mundo digital está más orientado al individualismo, que es
unidireccional y bien sabemos que un proyecto político se construye en lo
colectivo, con participación activa, desde la militancia, como actitud y acción
de compromiso. Están los que se aferran a la comunicación directa sólo en los
locales partidarios y en el barrio, y afirman que el encuentro digital es
solamente una moda pasajera. Así, desde el prejuicio, se dice que el territorio
digital es sólo para “chicos de clase media” y quedan excluidos la mayoría. En
realidad el único límite, la única frontera es no tener Internet.
Nuestro
Gobierno está haciendo mucho para llegar a esas mayorías. El Plan Nacional Argentina Conectada, por
ejemplo, consiste en una serie de políticas públicas cuya finalidad primordial
es la democratización del acceso a la información y las comunicaciones. Uno de
sus ejes estratégicos es la inclusión digital. El Programa Conectar Igualdad es uno de los caminos para la igualdad
de oportunidades, y ya lleva entregadas 941.679 netbooks a alumnos y docentes
de todo el país. Está probado también que los dispositivos que se utilizan hoy
en la Argentina
son de una amplitud cada vez mayor:
celulares con GPS, Mp3, chat, y otras redes sociales.
El
debate se da entonces como he dicho en otro artículo, en dos territorios, el
geográfico y el digital. Las formas futuras de los partidos políticos ya lo
están haciendo y van a albergar tanto a los militantes en sus prácticas
tradicionales como a los llamados cibermilitantes y se yuxtapondrán asambleas
con participación directa e indirecta desde teleconferencias, telepresencias,
redes de Facebook y twitteros. En estos espacios el ciudadano ya debate, aporta
y debe hacerse responsable de sus opiniones. Ese hacerse cargo es también para
el mundo digital, que a veces se ampara en el anonimato de un usuario de
simulación virtual y utiliza medios tecnológicos para efectivizar, por ejemplo,
campañas difamantes.
Debemos
también profundizar y discutir en el uso de las redes el grado de dependencia
de éstas con los países centrales; ya que ello en realidad es un tema que
comprende a la soberanía.
Son
entonces dos desafíos concretos que plantea el territorio digital.
Este
es un espacio que abre oportunidades y en particular en la militancia, pero hay
que construir soportes y códigos de comportamiento que le den seguridad y
sostenibilidad ética.
Crecerán
mil flores como quiso Néstor y ellas
circularán en la militancia en sus distintos territorios, complementando, no
sustituyendo. Las posibilidades son infinitas. El eje está en crecer en participación activa y no en ser
simples consumidores.
En
ese crecer sostengo que la militancia cara a cara, en la calle, sigue siendo
para mí la que más me conmueve y me convoca, pero no quiero dejar de ver que
las nuevas herramientas nos permiten y seguirán permitiendo unir distancias,
hacer circular y crear usinas de ideas, debatirlas, mejorarlas y por eso me
sumo a ellas.
Estará
en nosotros darles el calor de las convicciones respetando lo que Néstor nos
expresó en su discurso del 11 de marzo de 2004: “Queremos que los lugares políticos sean lugares de formación, de
conciencia cívica, que tiendan a consolidar una Argentina diferente. No
queremos más la práctica de un culto al individualismo. Cuando hay una masa
crítica que piensa, que elabora, que participa, evita que aquellos que tenemos
que ir a cumplir responsabilidades nos creamos más de lo que somos y nos
olvidemos de dónde venimos y para qué venimos.”
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